El apóstol Pablo fue arrestado en la ciudad de Jerusalén, lo juzgaron las autoridades romanas, por Félix el gobernador, por Porcio Festo y el rey Agripa,  no lo encontraron culpable, lo iban a poner en libertad, pero estando en peligro de muerte por las amenazas de los religiosos judíos, el apeló al Cesar para que lo juzgara. Lo trasladaron custodiado por soldados romanos a la capital del imperio, la ciudad de Roma. Estando ahí, se le permitió rentar una casa para que fuera una prision domiciliaría entretanto lo juzgaran. En esa casa recibió en varias ocasiones a creyentes en Cristo, pero a los tres días que llegó pidió a los representantes judíos que fueran para hablar con ellos. Les dio el relato de los motivos de su arresto, y aprovechó para hablarles del Mesías Jesús que era el motivo de la persecución que estaba sufriendo por los representantes judíos de Jerusalén. Durante todo un día les enseñó. Algunos, creyeron convencidos, pero otros se negaron a creer, Pablo entonces dijo esta declaración —Con razón el Espíritu Santo les habló a sus antepasados por medio del profeta Isaías diciendo: “Ve a este pueblo y dile: Por mucho que oigan, no entenderán; por mucho que vean, no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les ha embotado los oídos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría” — (Hechos 28:25-27) Los judíos presentes discutieron entre sí y los que no quisieron creer al testimonio y enseñanza de Pablo se fueron.

Para el apóstol su pasión era predicar y enseñar el evangelio de su Señor, quien había salvado su alma y su vida, lo rescató de su vida de perseguidor de los seguidores de Jesús, no solo en Jerusalén, sino en la ciudad, pueblo y fuera del territorio de Israel. Tomaba también prisioneros, algunos eran asesinados, otros golpeados y encarcelados, despojado de sus bienes y otros atropellos. Pero también fue liberado del fanatismo religioso del judaísmo, el era fariseo de fariseos, así que, Saulo (Pablo) de verdugo de los cristianos se convirtió en ser perseguido por los  judaízantes, ortodoxos judíos o fariseos fanáticos. En cada lugar siempre tuvo problemas con estos, ahora en la cárcel domiciliaria es rechazado por la mayoría de representantes de la comunidad judía de la ciudad de Roma.

El anunciar el evangelio en otras culturas no es nada fácil, siempre habrá oposición, persecuciones, burla y desprecio para los recién convertidos, así como a los misioneros o creyentes que enseñan de Jesucristo. Se continúa cumpliendo el mensaje profético de Isaías. Nuestro deber como creyentes y seguidores o discípulos de Cristo es continuar con esta tarea inconclusa hasta que el Mesías Jesús regrese a esta tierra para establecer su reino del milenio. Da testimonio de Él, porque Cristo expresó: “Porque el que se avergonzaré de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos  ángeles.” (Evangelio de Marcos 8:38).

Lee Hechos 28:23-28