“Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos.”

Carta a los Gálatas 4:4-5

El apóstol Pablo estaba explicando el tema de la salvación por la fe en Cristo para ayudar a los cristianos de Galacia a rechazar las enseñanzas de ciertos maestros judíos-cristianos, de que como gentiles, necesitaban ser circuncidados y practicar el ritual de la ley a fin de que fueran salvos por Cristo. Enfatiza el apóstol, que ya son hijos de Dios, que ya disfrutan de la salvación en Cristo. Han sido justificados, (3:6-9), adoptados (4:4-7), renovados (4:6; 6:15) y hechos herederos de Dios según la promesa del pacto que hizo con Abraham, que no necesitan estar más bajo la ley y sus requerimientos (3:15-18).

El apóstol Pablo les recuerda, que Dios además de cumplir con su pacto, cumplió la promesa hecha desde el principio, así como al patriarca Abraham de que vendría el Mesías, el Salvador, que nacería de una joven mujer en el cumplimiento del tiempo. Eso sucedió en la Aldea de Belén, donde los pastores recibieron la noticia por los ángeles y fueron a comprobar esa noticia de que el Mesías ya había nacido, lo encontraron en el regazo de su madre María. Fue en Belén en donde había nacido el antecesor del Mesías, el Rey David, el amigo de Dios, el cantor de Israel, el siervo del Señor. La promesa de Dios fue, que el descendiente de David perpetuaría su reinado por tiempo sin fin, y en él serían benditas todas las familias de la tierra de todos los siglos, porque él se constituirá en el único Rey en toda la tierra para reinar para todos los seres humanos. El apóstol Pablo declara: “Gracias a Dios por su regalo inefable” (2 carta a los corintios 2:15).

En esta celebración de Navidad debemos dar gracias a Dios porque Cristo Jesús es un regalo para nuestra vida; que Él reine en tu ser interno y en la de millones de seres humanos, Él es la paz para nuestra alma. No la reglamentación y prácticas de una religión para llegar al cielo, porque sólo en Cristo hay salvación del alma y de la vida.

Lee Gálatas 4:4-7