Hechos de los Apóstoles 2:16-21

Dios es soberano sobre todo, en el cielo, en la tierra, con la humanidad en su historia pasada, presente y futura. Y junto a su soberanía aplica sus juicios temporales, responde a las necesidades e incertidumbres humanas, así como de su creación. Hace milagros y prodigios, decide quién vive y quien muere. En la época del profeta Joel, trató de que la nación se arrepintiera de su mal proceder, de su idolatría, desobediencia a su palabra la ley, preceptos e instrucciones, no cambiaron de esa mala actitud y envió la plaga del insecto, la langosta. Ahora sí, el pueblo se arrepintió y clamaron a Dios por ayuda y Él los perdonó y cesó la calamidad. Dios les promete el Espíritu Santo en un día futuro para traer bendiciones para la humanidad. El cumplimiento se dio cuando Jesus el Cristo dio evidencia de su resurrección y dio la comisión de ir por el mundo y predicar su evangelio a toda persona pero que esperara que viniera sobre ellos el Espíritu Santo; prometió que regresaría cuando éste mandato de ir por las naciones para dar testimonio de Él se cumpliera. Después se despidió de sus discípulos y ascendió al cielo.

Factores Relacionados Con La Promesa Vv. 16-17 Fue  derramado el Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés, sobre los discípulos de Jesús, otros creyentes y seguidores de Él. La promesa era para toda carne, seres humanos convencidos y convertidos a Cristo. Desde entonces el Espíritu Santo continúa su labor de convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

La Evidencia De La Promesa Vv. 19-20 Habrá señales y prodigios en el cielo y en la tierra. La humanidad se ha dado cuenta de esto en diferentes épocas.

Los Resultados De La Promesa v.17 Los hijos profetizarán, los jóvenes tendrán visiones y los ancianos soñarán, todo por el crecimiento del reino de Dios y de su Hijo Jesucristo. En dos mil años hemos visto este crecimiento. 

La Salvación Será Una Realidad Continúa Hasta Que Cristo Regrese A La Tierra. “Y sucederá que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”. v.21

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