Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, sanando toda enfermedad y toda dolencia. “Al ver a las multitudes, tuvo compasión por ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Les dijo a sus discípulos: “la cosecha es abundante, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo”” (Mateo 9:35-38).
La gran preocupación de Jesús era una necesidad que sus seguidores podrían lograr por medio de la oración, pedir que más seguidores acepten el llamado de ir y compartir el evangelio del reino a toda persona. No hay personas disponibles para hacer el trabajo del reino, son pocos los que realizan esta tarea, ¿por qué será?
Porque no hemos considerado que es un privilegio compartir el mensaje de Jesucristo y porque no deseamos obedecer el mandato del Señor.
Así que tenemos dos opciones: continuar haciéndolo unos pocos, porque como Jesús tenemos compasión por la gente que vemos en peligro de muerte eterna, y la segunda, interceder con mayor frecuencia para que Dios pueda llamar a otros que tengan el interés por la gente sin Cristo y sin salvación pero que les falta la motivación y la llanura del Espíritu Santo para aceptar la invitación.
La invitación es para ti, ¿quieres ser uno de sus seguidores comprometidos con Él y Su obra o quieres ser solamente intercesor? El les dijo a sus discípulos comprometidos que también fueran intercesores, esa es la mejor decisión que tu podrías hacer. Si es así, dile al señor que puede contar contigo.
Lee Mateo 9:35-38