Salmo   54 

Es una oración de David cuando  en su huida por la amenaza del Rey Saúl de matarlo, su peregrinaje fue por diferentes lugares y en tierra de extranjeros y fue a dar con sus hombres a la región de los zifeos y mandaron una comitiva para entrevistarse con el rey perseguidor y le expresaron: ¿No está David escondido en nuestra tierra? Jonatán el hijo del rey y amigo de David le avisó para que huyera de esa tierra porque su padre ya sabía que se encontraba en ese lugar, en esa circunstancias David clama al Señor Todopoderoso, diciéndole: “Oh Dios, sálvame por tu nombre, y defiéndeme con tu poder.  Escucha, oh Dios,  mi oración; presta oído a las palabras de mi boca” (versículos 1, 2).

 Este salmo se considera de lamento, tiene  ciertos elementos interesantes, por ejemplo la queja, peticiones específicas, venganza, promesa del orante, alabanza y resultados. Muy interesante este tipo de oración.

La estructura del salmo puede ser así: (1) Un llamado a Dios pidiendo auxilio por la persecución que sufre Vv. 1-3. (2) Una declaración de David de su confianza en el Dios de justicia Vv. 4,5. (3) Una promesa, una nueva alabanza y una respuesta Vv. 6,7.

En las experiencia difíciles de tu vida puedes con certeza y devoción refugiarte en el Señor que ve tu causa y el mal que te ha sobrevenido; presenta tu queja, llámale pidiéndole que te auxilie porque te sientes confundido y solo, al Señor le agrada cuando acudimos a Él ante la injusticia de otros o la injusticia del maligno que nos quiere destruir o desanimarnos a acudir a nuestro Dios poniendo en nuestra mente que no seremos oídos, que no habrá respuesta y que por lo tanto estamos en sus manos y no hay solución a nuestros males o escaparnos de sus garras.

La segunda parte de esta oración es solicitar justicia, David dice: > Dios es mi socorro; el Señor es quien me sostiene, y hará recaer el mal sobre mis adversarios. Por tu fidelidad, Señor, ¡destrúyelos! La verdad es que no estamos solos, podemos pedir al Señor que se encargue de nuestros enemigos, nosotros no podemos vengarnos, ni proferir maldición contra ellos, sino pedir que el Señor, que es justicia se encargue de ellos; o contra enemigos espirituales. Dios lo hará eso tenlo por seguro y la victoria se nos dará, ese es el Dios de David, nuestro Dios Todopoderoso.

El salmista termina prometiéndole al Señor lo siguiente: >Te presentaré una ofrenda voluntaria y alabaré, Señor, tu buen nombre; pues me has librado de todas mis angustias, y mis ojos han visto la derrota de mis enemigos <

Es una magnifica decisión y un buen consejo para nosotros, ya que a veces se nos olvida hacer una promesa al Señor y darle gracias por los resultados maravillosos que hemos obtenido después de ese tiempo de angustia, zozobra y malestar. Dios es fiel, lo seamos también nosotros. Espero que sí.

– Pastor Orel Ochoa (extraído del libro Meditaciones en los Salmos del Rey David)

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