Leemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles en el capítulo doce, que el rey Herodes inició una persecución contra discípulos de Jesús, creyentes de Jerusalén, para maltratarlos. A Jacobo, hermano de Juan, lo mando a matar a filo de espada, luego procedió a prender al apóstol Pedro y lo puso en la cárcel, para hacerle un juicio público después de la fiesta de la Pascua. María la madre de Juan Marcos, convocó a otros seguidores de Jesucristo para orar, para que Dios hiciera un milagro en favor de la seguridad del apóstol Pedro. En verdad que era una velada de oración de toda la noche.

Pedro estaba dormido entre dos guardias con dos cadenas, un extremo en cada brazo y el otro extremo en el brazo de cada soldado, además, guardias afuera de la celda y otra guardia en la siguiente puerta. ¡De pronto! el milagro se hizo, un ángel enviado por el Señor, despertó a Pedro y lo libro de la prisión, el apóstol pensaba que tenía un sueño o visión, hasta que estuvo en la calle, se dio cuenta que era real, había sido librado de la prisión y de las manos de Herodes. Se dirigió a la casa de María, de Marcos y ahí estaban los hermanos orando, tocó a la puerta, una joven llamada Rode fue a ver quién tocaba a altas horas de la noche, fue avisar a los creyentes que ahí estaba Pedro, pero no le creyeron, pensaron que era un ángel con el rostro de Pedro, hasta que él les narró lo sucedido. Las oraciones de intercesión se convirtieron en acciones de gracias y un gozo inaudito de que Dios responde en el momento oportuno. Herodes mandó a matar a los soldados porque no pudieron dar una explicación satisfactoria de que el prisionero había escapado. Dios castigó la soberbia de Herodes en días posteriores, un ángel lo hirió y murió comido de gusanos, estando en Cesárea. 

Cuando en familia oramos e invitamos a otros, nuestras peticiones tendrán respuesta, sobre todo cuando oramos por los misioneros, evangelistas, pastores, organizaciones que trabajan en favor del reino de Dios y para que otros se conviertan a Cristo. Somos bendecidos con la respuesta del Señor y nuestras necesidades familiares y personales son suplidas por la misericordia maravillosa de Dios. Usa tu hogar e invita a la oración.

Lee el relato Hechos 12:1-23