La conmemoración de la muerte de Cristo es: Su Cena.

En la justicia de Dios se requería el pago por el pecado del hombre. No había manera alguna para que se pudiera solucionar este problema en el tiempo. A Eva, en el paraíso Dios le dijo: “¿Qué es lo que has hecho? La serpiente me engañó y comí” – contestó ella. Dios el Señor dijo entonces a la serpiente : “por causa de lo que has hecho, maldita serás …Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tú simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón”.

Se declaraba la manera de solucionar el problema del pecado por medio de la simiente de la mujer, esto es, por medio de Jesús Hijo de Dios para que Él pagara con su vida; el diablo por medio del Sanedrín, el gobernador romano, sus soldados y el populacho, logró que condenaran y le dieran muerte. Dios lo permitió, por amor al ser humano, sacrificó a su propio y único Hijo, desde ese día el hombre podía ser perdonado en sus pecados por Dios en genuino arrepentimiento, y aceptar la muerte de Cristo como la solución y recibirlo como salvador y mediador.

¡Bendito sea Dios! porque levantó entre los muertos al tercer día a Cristo Jesús, para gloria suya y para seguridad eterna para nosotros, la salvación de nuestra alma, la regeneración, una vida nueva y eterna para el hombre y la mujer que creen en este Mesías Salvador y Señor. 

Cuando participamos de Su Cena estamos precisamente recordando sus sufrimientos, y su muerte por causa nuestra, lo hacemos con contrición de espíritu, gratitud y esperanza de que un día estaremos con El.  

Cristo vive por siempre y siempre, Él está en nosotros y con nosotros en su Espíritu.  

Vivamos con seguridad, porque Cristo ha prometido volver y llevarnos con El. ¡Bendito sea! 

Lee Génesis 3:1-15