Pero los vecinos de Jesús lo menospreciaban porque conocían a su familia y no podían aceptar que tuviera tanta sabiduría, conocimientos y poder para hacer milagros. Jesús les respondió con el proverbio que dice: “un profeta no es honrado o reconocido entre su propia gente”. 

El resultado de todo esto es que Jesús no pudo hacer “obras de poder” en Nazaret. La atmósfera era mala, y algunas cosas no se pueden hacer cuando la atmósfera no es la que corresponde.

(1) No se puede predicar y enseñar la palabra de Dios si la atmósfera es inconveniente. Cuando hay frialdad, indiferencia, falta de atención, crítica y desorden. El Espíritu Santo se entristece porque a los oyentes no les interesa su palabra inspirada.

(2) Todavía es cierto que nadie puede ser sanado si rehúsa dejarse sanar. Voluntad de vivir, sin esa fe nadie puede sanar y continuar viviendo. Por eso Jesús sanó a pocas personas por la incredulidad de la demás gente.

La gente de Nazaret representa la ceguera del pueblo judío y de muchos otros pueblos, incluyendo a nuestra propia familia o conocidos; no reconocer a Cristo como el único suficiente Salvador y Señor es un pecado garrafal de incredulidad. Algunas personas se mofan, otros son apáticos, otros lo niegan y otros más dicen que Cristo no es suficiente, hay que tener otro mediador o mediadora que los ayude.

Creamos, aceptemos y ayudemos a otros a que crean que solamente en Cristo Jesús hay salvación del alma y una vida con propósito y una vida eterna.

Lee Marcos 6:1-6