Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para anunciar el evangelio de Dios, que por medio de sus profetas ya había prometido en las Sagradas Escrituras. Este evangelio habla de su Hijo, que según la naturaleza humana era descendiente de David, pero que según el Espíritu de santidad fue designado con poder Hijo de Dios por la resurrección. El es Jesucristo nuestro Señor.

A los Romanos 1:1-4

La carta a los Romanos es diferente a otras cartas escrita por el apóstol Pablo. Es doctrinal o exposición teológica. Algunos teólogos la llaman: Testamentaria y Profiláctica. El comentarista Sunday la llamó testamentaria. Como si Pablo hubiese escrito su última voluntad en un testamento teológico, la última palabra sobre su fe y creencia. El comentarista Burton la llamó profiláctica. Esta palabra la usan los dentistas. La profiláctica es algo que protege de la infección. El doctor dice al paciente, le haré una profilaxis, es decir, una limpieza a fondo de sus dientes. Pablo, había visto demasiado frecuente cuánto daño y problemas podían causar la ideas erróneas, nociones tergiversadas, concepciones mal orientadas acerca de la fe y la creencia cristiana. El apóstol Pablo quiso enviar a la iglesia o a los creyentes, una carta que corroborara la estructura de su fe, de tal manera que aún cuando la atacaran las infecciones, tuvieran en la verdadera enseñanza una defensa poderosa y efectiva. El consideró que la mejor protección contra la infección de la falsa enseñanza era el antiséptico de la verdad.

El apóstol estaba obsesionado con estar en la ciudad de Roma, Dios le concedió su deseo  y llegó a Roma como prisionero, porque pidió a las autoridades romanas que el emperador lo juzgara (Hechos 23:11). Murió en Roma asesinado por órdenes del emperador Nerón. Cuando el apóstol Pablo escribió esta carta se encontraba en la ciudad de Corinto en un día del año 58 del primer siglo. El viajaría a Jerusalén y pide oraciones a las iglesias porque era un viaje riesgoso (Romanos 15:25-31). El tenía grandes proyectos, estaba obsesionado por ir a regiones más allá de donde había llegado para llevar el evangelio, una región era España y pasar por Roma para compartir alguna enseñanza a la iglesia de esa ciudad y pediría a ellos lo apoyaran a continuar su viaje.

—El llamamiento, lo primero que se observa en esta lectura es que Pablo se considera: Siervo de Jesucristo. Este término se refería en su tiempo a quien tiene la posesión indiscutida de una persona. Pablo se consideraba esclavo de Cristo, su dueño. Reconocía que Jesús había dado su vida por él, ya no era dueño de su vida sino de aquel que lo amó. El término siervo en el Antiguo Testamento es la palabra común, para referirse a los grandes hombres de Dios. El los consideraba así y en todas las épocas Dios continúa considerándolos de esa manera, siervos, estos pueden ser: misioneros, evangelistas, pastores, etc.. por eso Pablo se llama así mismo siervo de Jesucristo. Lo consideraba su Señor.

Todos los que creemos en Cristo lo consideramos como Salvador y Señor, por lo tanto, todos somos siervos de Jesucristo. La palabra describe al mismo tiempo la obligación de un gran amor, de lealtad inalterable y el honor de un gran oficio, ya no somos dueños de nosotros mismos, sino Él es nuestro dueño, por eso es Señor de los que le aman.

Continúa…

Lee Hechos 25:6-12, Romanos 15:23-32