Desde que Jesús de Nazaret expresó: “Dejen venir los niños a mí…”  Se inició este desafío. El mismo Rabí tuvo sus experiencias con los niños, uno que otro relato lo registran los evangelios, pero con toda seguridad fueron más encuentros.

Uno que es sorprendente, es el niño que lleva su comida compuesta de pescado y panes, para el largo día que le esperaba, deseaba oír la palabra que enseñaba el Maestro de Nazaret y la oportunidad de ver a los enfermos sanar.  El muchacho posiblemente entre 10 y 12 años de edad, era de esa región de Galilea. La buena mamá, diligente le permitió ir a ese inolvidable encuentro y preparó la comida para que llevara.  El muchacho con toda seguridad, con otros amigos iban con la multitud a Betsaida. A cierta hora de la tarde la gente tenía hambre, los discípulos preocupados le dijeron a Jesús: “es tarde, despide a la gente para que vayan a las aldeas a comprar de comer”. Jesús les dijo “ustedes deben darles de comer”, ellos dijeron, “eso es imposible”. Andrés uno de los discípulos le dijo a Jesús: “Aquí está un muchacho que tiene 5 panes de cebada y dos pececillos; más ¿qué es esto para tantos?” (Evangelio de Juan 6:1-15) Jesús encontrándose cara a cara con el muchacho y con gesto de aprobación del maestro tomó la canasta donde tenía el alimento. El muchacho lo siguió, pudo oír la bendición de Jesús sobre los panes y pececillos y ante sus ojos ver el milagro de la multiplicación. Imagínate la risa y asombro del muchacho, ver su alimento multiplicándose y siendo compartido a 5 mil hombres, más mujeres y niños; que satisfacción, inolvidable experiencia la cual fue contada a su madre, familia, amigos, vecinos y a muchos otros. El aprendió, que poner lo que se tiene, en las manos de Jesús trae beneficio a muchos.

El evangelio es el pan que sacia el hambre espiritual, por ello el desafío para ti y para mí, compartamos el Pan que trae vida, esto es Jesús el Salvador. Debemos hacerlo en todo tiempo con los niños y muchachos que conocemos, los niños de nuestros familiares, esto es un deber. Padres se han convertido a Cristo por medio del testimonio de sus niños o de sus muchachos. ¡Hoy es tiempo de compartir! Y que se cumpla el proverbio: “Enseña al niño en su camino, y aun cuando fuere anciano no se apartará de él.” (Proverbios 22:6)

Lee Proverbios 22:6 y el relato en Juan 6:1:13