…”ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador.”

Carta del apóstol Pablo a los Colosenses 3:9b-10

En el principio el hombre fue creado a la imagen de Dios, esta se perdió cuando el hombre cayó de su estado perfecto, tentado y pecando por desobediencia a su Dios y Señor, la imagen de su  Creador se perdió, sus hijos y todos sus descendientes heredaron esa naturaleza caída, pecadora por voluntad propia y ya no recibieron la imagen de Dios, “por cuanto todos pecaron y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Cuando el Hijo perfecto de Dios vino a este mundo, naciendo de una mujer imperfecta, Jesús nunca perdió su naturaleza divina porque nunca pecó. Por medio de Él Dios deseaba restaurar su imagen en todo ser humano y lo ha ido logrando, porque cuando el hombre y la mujer se quitan el ropaje de la vieja naturaleza heredada de Adán,  y se han amparado bajo esa gracia de Dios, “siendo justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia…” (Romanos 3:24-25). Por lo tanto al creer, obedecer y recibir al hombre perfecto (2o. Adán), a Cristo como el Mesías prometido y Salvador, se recibe el ropaje de una nueva naturaleza y “se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador” (Colosenses 3:10). “En está nueva naturaleza no hay gentil, ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos” (Colosenses 3:11).

Si tu ya tienes esta nueva naturaleza por la obra de Jesucristo, ya tienes esa chispa divina, la imagen de Dios.

Lee Colosenses 3:5-11