“Como el siervo brama por las corrientes de las aguas. Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed, del Dios vivo.”

Mosquil de los hijos de Coré, salmo 42:1,2

Salmo 42

Este es un bellísimo salmo, en donde el salmista presenta su angustia, ansiedad y melancolía. El hombre está deprimido, sin cierto grado de esperanza, su necesidad; tiene sed de Dios, del Dios de la vida, se siente solo, abandonado, posiblemente enfermo, de ahí su angustia en urgente necesidad de Dios. Está en forma simbólica en un desierto y se compara con el siervo que sufre por falta de agua, el desea encontrar desesperadamente  una corriente de agua, un arrollo donde mitigar su sed. Así se siente el sufrido salmista, ya que día y noche derrama lágrimas anhelando el agua de vida porque su alma está sedienta y solamente Dios lo puede proveer, es en quién tiene su esperanza. Tiene sed de Dios, tiene gran deseo de encontrarse con Él en su casa, no puede hacerlo porque está limitado, pero trae a su mente los recuerdos cuando disfrutaba del culto al Señor en la ciudad y en el lugar santo la morada de Dios.

Cuando estamos enfermos o en otro tipo de situación, cómo en esta cuarentena o confinamiento por causa del corona virus, nuestro anhelo es de encontrarnos con Dios en su casa, lo cual es un tanto difícil.  Lo cierto es que tenemos sed de Dios, porque es nuestra salvación, nuestro bondadoso Señor, eso es algo maravilloso porque solamente en Él encontramos descanso, es nuestra esperanza para ser librados de cualquier mal, enfermedad o peligro. El sustenta y apaga la sed de nuestra alma en toda situación de tristeza o angustia con su linda presencia por su Espíritu.

No perdamos la esperanza en la situación que estemos viviendo, tengamos sed de Dios, lo busquemos frecuente en oración y en su palabra encontremos la ayuda necesaria, la fortaleza, la sabiduría y su voluntad. 

Lee Salmo 42