El temor y el miedo son sentimientos que se relacionan con la percepción de un peligro o amenaza, real o imaginaria y que pueden llevar a una persona a huir, evitar o rechazar (Diccionario). El temor también puede manifestarse como: recelo, sospecha, desconfianza, presentimiento, preocupación. Se presenta también como ansiedad, horror, fobia y pánico.
Dios le dice al profeta Isaías que le diga al pueblo de Israel: “No temas porque yo estoy contigo. No te angusties porque yo soy tu Dios, te fortaleceré, te ayudaré y te sostendré con la diestra de mi justicia. Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; Yo soy quien te dice: No temas, yo te ayudare” (Isaías 41:10,13). Esas promesas también es para gente redimida por las sangre de Cristo Jesús. No estamos solos como cristianos cuando sufrimos estas alteraciones de nuestras emociones o pensamientos, aún cuando estas situaciones se presentan en nuestra viva, las cuales nos aguijonean y nos quitan el sueño e interrumpen nuestro descanso.
A veces el temor se presentan en el trabajo por malas intenciones de alguien, temiendo la persona perder el trabajo. Se puede presentar este temor o alguna de sus variantes cuando estamos enfermos de dolencia física u hospitalizados y no hay mejoría, aún bajo ciertas terapias que no nos han dado resultados. El temor angustioso tiende a presentarse cuando experimentamos escasez económica o cuando nuestras relaciones familiares se quebrantan y aparentemente no hay solución. Todos los seres humanos y aún los creyentes en Cristo hemos padecido el temor. A veces no sabemos cómo actuar o que solución podemos tomar. El apóstol Juan nos recuerda: “En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor . . . “ (1 Juan 4:18). Él se refiere al amor perfecto de Dios, el cual jamás nos abandona aun medio de las crisis; la ayuda oportuna de nuestro Padre Dios llegará.
Debemos confiar y llevar a El en oración y ruego nuestra angustia, pesar o temor, sólo debemos confiar y ser oportunos, Él nos dará la salida a esa situación.
Lee 1 Juan 4:16-18