No amén al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo — los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida – (no) provienen del Padre sino del mundo. El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
1a. de Juan 2:15-17
Esta es la primera reflexión sobre Siete Resoluciones para la vida:
“Un corazón enfocado.”
El apóstol Juan, un discípulo de Jesús que anduvo con él durante tres años en su ministerio en la tierra de Israel, aprendió muy bien lo que Jesús expuso en sus enseñanzas sobre el mundo, la gente sin Dios, de la cual hizo serias advertencias. Ahora Juan, hace ciertas recomendaciones a sus lectores seguidores de Jesús el Cristo, los cuales son creyentes de convicción habiendo crecido en su fe, su vida espiritual era satisfactoria pero quería advertirles de los peligros del mundo o de una sociedad contaminada por el pecado, sus desviaciones siempre están presentes y ningún cristiano está exento de no tropezar en sus tentaciones; atracciones que se deben evitar para no pecar o llegar a una dependencia de lo que ofrece.
La advertencia es, no amar las prácticas del mundo, la gente bajo el pecado es hostil hacia Dios y compite con Dios para lograr el amor de sus hijos. Según Juan no se puede amar a ambos. “La amistad del mundo es enemistad contra Dios” (Santiago 4:4). El pensamiento de ambos escritores es que el amor al mundo no es compatible con el amor a Dios, “porque todo lo que hay en el mundo . . , no proviene del Padre, sino del mundo”. Las acciones, prioridades, y metas del mundo excluyen a Dios.
Juan, siendo buen observador y analítico de lo que practica la gente sin Dios y sin Cristo es que viven para “los malos deseos del cuerpo, o deseos y codicia.” Es decir los apetitos corporales ilícitos. La codicia de los ojos se refiere Juan a la ambición desmedida del ser humano, el cual es arrogante con sus pretensiones, estilo de vida altanero, ostentoso y vanidoso. La advertencia para los cristianos es tener cuidado con ese estilo de vida, porque después de todo “el mundo se acabará con sus malos deseos, pero él que hace la voluntad de Dios permanecerá para siempre.”
Continúa…
Lee 1 Juan 12:15-17