“Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si él Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu.”

Carta a los Galatas 5:24-25

En la vida pública, Jesús llamado el Cristo dio testimonio de ser un enviado de Dios, su actuar da testimonio de su integridad, en sus enseñanzas al exponerlas la gente se sentía satisfecha y declaraban: “nadie ha enseñado como este hombre”. La evidencia era que, lo que él enseñaba lo vivía. Y ese testimonio era más fuerte que la propia enseñanza. Sus enemigos lo reconocían, y deseaban encontrar un error en lo que decía para acusarlo de blasfemia, o de herejía o descubrir algo turbio en su vida moral, pero no lo encontraron.

Jesús les dijo en cierta ocasión: “¿Quién de ustedes me acusa de pecado?” Hacerlo caer en una trampa era su mala intención, por lo que decía o por sus hechos, esta maldad fue un rotundo fracaso. Lo envidiaban, porque la gente lo seguían, ejercía atracción por su singularidad, sinceridad, y compasión.

Ser como Jesús implica vivir la verdad que creo de él, de su vida privada y pública y de lo que enseñaba. Jesús dio este ejemplo de lo que sus seguidores deberían ser y hacer: “Ningún árbol bueno da frutos malos; tampoco da buen fruto el árbol malo. A cada árbol se le reconoce por su propio fruto. No se recoge higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien, pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca” Evangelio de Lucas 6: 43-45.

Ser como Jesús es esforzarnos en seguir sus pisadas, practicar su ejemplo y vivir una vida victoriosa por su poder que siempre ha dado a sus seguidores por medio de su Espíritu. 

Lee Gálatas 5:16-26