138 De Rey David
David era un hombre fiel a Dios en reciprocidad a la lealtad de Dios hacia él en toda circunstancia, de ahí que inicia su alabanza en los tres primeros versos. Enseñándonos que la alabanza debe ser de corazón, delante de ángeles, gobernantes o de cualquier persona. Enfatiza su a reconocimiento por el amor, la lealtad del Señor, y por su palabra en exaltación. Su anhelo es que los gobernantes, lo alaben, escuchen su palabra, canten de los caminos de Dios y reconozcan su gloria. (vs. 4,5)
Pasa a considerar la liberación Divina, en su excelencia considera el Señor a los humildes de espíritu, no a los altivos, jactanciosos y orgullosos. En la angustia, nos sigue dando vida, extiende su mano derecha para liberarnos de los males que llegan a nuestra vida. (vs. 6,7) Un recordatorio para él y para sus lectores es que Dios cumple su propósito en la vida de sus hijos que le son fieles. (v. 8 a) Su amor es para siempre. (8b)
David Tiene una petición a su Dios y Señor: “No abandones la obra de tus manos” (8c.). Como David alabemos la grandeza de nuestro Dios, intercedamos por los gobernantes para que lo reconozcan y no sean soberbios y autosuficientes. Seamos humildes, que nos libere de cualquier situación angustiosa y que cumpla su propósito en nosotros.
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