¿Qué podemos decir?, aunque hablemos de él todos los días; es un tema complicado y evasivo.

¿Qué es el tiempo? Unos lo definen como “un tramo de duración en el que suceden cosas”. Otros dicen que “es un período posible de medir en el que suceden acontecimientos”. Otros “medida del período de existencia de los seres finitos”.  ¿Y tú qué dices?

¿Por qué es tan importante el tiempo? 

El tiempo es valioso a causa de su rapidez. El tiempo es irrecuperable, no podemos volver a vivirlo. El tiempo viaja a nuestro lado cada día.

El filósofo William James, expresó: “El gran provecho de la vida es emplearla en algo, que dure más que ella misma.” Dios nos da 86,400 segundos cada día”, qué valioso. ¿Cuándo acabará él tiempo?

El hombre inventó el reloj, para medir el tiempo, es obvio que éste elemento y el tiempo no permanecerá para siempre, un día el tiempo terminará no solo para los que se mueren físicamente sino como elemento porque es transitorio, lo que significa que debemos invertirlo mientras Dios nos permite hacerlo.

El rey Salomón escribió en Eclesiastés y reflexiona que “la vida se mide de acuerdo a los acontecimientos (3:1-8).

Versículo 1 – Tiempo de nacer y tiempo de morir. Ambos son dados por Dios como Creador de la vida o del ser humano. Tiempo para plantar y tiempo para cosechar. 

Versículo 2 – Dios lo hace en su momento oportuno para el bienestar del hombre. Tiempo de matar y tiempo de sanar.

Versículo 3 -Nuestro México querido es un campo sangriento, muchos mueren violentamente y los dolientes sanarán de su pérdida y dolor.  Tiempo para llorar y tiempo para reír.

Versículo 4 – Cuando pasamos días de aflicción por diferentes motivos lloramos, nos afecta el sufrimiento o las pérdidas, pero después viene la alegría, la risa por Dios nos ha dado la victoria.

Salomón continúa con la serie de acontecimientos que nos sucederá en nuestra vida o existencia humana, para que reflexionemos que la vida tiene sus altas y sus bajas, pero Dios está presente para acudir a Él en todo tiempo mientras tengamos existencia aquí en la tierra.

Lee Eclesiastés 3:1-8