“De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”

Hechos 10:43

En cierta ocasión Jesús se encontraba en la ciudad de Capernaum cuando cuatro individuos le trajeron en hombros a un paralítico para que lo sanara. Fue un acto de fe objetivamente manifestado, ya que no pudieron meterlo por la puerta principal de la casa lo subieron al techo y desde allí lo bajaron de manera atrevida hasta ponerlo frente a Jesús, Él expresó de manera enfática su admiración por la fe de ellos. Antes de sanar al paralitico Jesús dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Esta declaración causó asombro entre los doctos de la ley que estaban ahí presentes para curiosear algún error del Maestro de Galilea, no pudieron ocultar su disgusto, dijeron que Jesús blasfemaba y a manera de razonamiento, agregaron: “¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” Jesús no pasó por alto la crítica maliciosa, respondió a ella y para demostrar que tenía poder de perdonar los pecados procedió a sanar al paralitico, ordenándole levantarse de su postración e irse a su casa. No había nada extraño en este proceder de parte de Jesús de Nazaret; sin embargo, no sería impropio preguntarse qué lo impulsaba a ello, ya que hubo ocasiones en que el perdón parecía inexplicable, como por ejemplo cuando perdonó a la multitud que lo injuriaba al contemplarlo clavado en la cruz.

¿Había alguna debilidad de carácter en Jesucristo? Él estaba sujeto a todas las posibilidades de la naturaleza humana. Por eso fue sometido a tentaciones de parte del diablo. La posibilidad de pecar existió realmente, pero Jesús fue “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecar” (Hebreos 4:15). La impecabilidad de Jesucristo es una de las certezas más sólidas de la humanidad.

¿Perdonaba Jesús porque era excesivamente condescendiente? Ser condescendiente es “acomodarse por complacencia a la voluntad de otro”, Jesús no perdonaba por ser demasiado condescendiente. A la única voluntad que se sujetaba era a la voluntad de su Padre, en varias ocasiones lo expresó. Un día dijo: “mi comida es que yo haga la voluntad del que me envió” (Juan 4:34).

Continúa…

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