Para los puros todo es puro, pero para los corruptos e incrédulos no hay nada puro. Al contrario, tienen corrompida la mente y la conciencia.
Carta del apóstol Pablo a Tito 1:15
¡Qué contraste! pureza y corrupción. La pureza es la cualidad del puro, “Es aquel o aquello que está libre y exento de toda mezcla de otra cosa, que no incluye ninguna condición, excepción o restricción, ni plazo o que está exento de imperfecciones morales.” La pureza de vida, es evitar el mal, el pecado en todas sus formas. Es llegar a ser justos, honestos con el prójimo en todo trato, compromiso y conducta. En nuestra relación con Dios es vivir cada día en santidad, tener buen testimonio de la familia, amigos, conocidos y en toda relación social. En nuestra relación con Dios por medio de Cristo debemos confesarle nuestros pecados e injusticias que hemos cometido por medio de nuestro mediador Cristo Jesús para ser perdonados. Al principio de nuestra vida cristiana se nos dio por parte de Dios el Espíritu Santo, quien además de ser nuestro consuelo, nuestra ayuda, es puro, nos llena para tener la capacidad de resistir las tentaciones y el pecado mismo. Él es quien nos santifica para vivir en comunión con Dios cada día.
El apóstol Pablo dice en el texto: “que para los corruptos e incrédulos no hay nada puro, tienen corrompida la mente y la conciencia”. Es una terrible condición, porque además de ser corruptos niegan la pureza de vida que Dios ofrece. Su mente está afectada, sus pensamientos sólo los encamina hacia el mal, afectando y haciendo daño a otros. su conciencia está adormecida por la corrupción o por el mal. Al morir físicamente serán juzgados. Tienen posibilidad de librarse, sí, siempre que oportunamente se arrepientan con sinceridad, de corazón de todos sus pecados y maldades; reconozcan que Jesucristo llevó sobre si mismo los pecados de todos los seres humanos y los suyos, recibiéndolo en su vida a él como el único Salvador y Señor, solo entonces recibirán el perdón de Dios y no serán juzgados, ni condenados.
Lee Tito 1:15-16
