La realidad es que desde que nacimos hasta que nos muramos vamos a experimentar el sufrimiento en cualquiera de sus formas. En Chalco, Estado de México, han estado viviendo y sirviendo una pareja de misioneros, ella es brasileña y el mexicano. Alberto Herrera tiene dos hijos uno de 10 y otro de 17 años, estos padres se contagiaron con el coronavirus, él falleció el 17 de julio, me imagino el sufrimiento de estos hijos, sumamente preocupados, oremos por ellos  para que Dios a esta mamá la libre de morir.  Nadie está exento de experimentar una desgracia, fatalidad o enfrentar la muerte o alguna otra situación embarazosa, algunos en mayor intensidad que otros.

También debemos considerar que cuando los familiares, conocidos o hermanos en Cristo, nos ven bajo el sufrimiento, pero también observan que no perdemos la fe, ni la esperanza y que nuestra dependencia está en el Señor; cuando salimos victoriosos ante esta situación ellos y nosotros damos gracias a Dios, ellos son fortalecidos en su fe, nuestro testimonio los edifica y aprenden a confiar en el Señor.

El tiempo entre el sufrimiento y nuestra acción de Gracias es cuando el enemigo de Dios nos ataca en nuestra mente y pensamos, “si Dios  verdaderamente te amara no estarías en esta situación.” Ahí comienza la duda, podemos perder la batalla si no corregimos nuestra forma de pensar.              

Hay una promesa con cuatro acciones, dice que si nuestra confianza verdaderamente esta en Dios, Él nos: RESTAURARÁ  —Nos hará FUERTES  —Nos Dará FIRMEZA Y ESTABILIDAD . Apliquemos estas acciones siempre.

Lee 1 Pedro 5:6-11