Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos.

Carta a los Filipenses 3:10-11

El apóstol Pablo quien escribió la carta a los cristianos de Filipos. Por su experiencia en el trabajo de expansión de la vida de Cristo y de su evangelio experimentó sufrimientos físicos, emocionales, desprecio de sus hermanos judíos y abandono de algunos creyentes gentiles a quienes consideraba sus amigos, puede hablar con autoridad sobre la plena confianza que tuvo en Cristo.

La vida en él no es fácil, tiene sus adversidades, a veces rechazo de la misma familia o parientes, así como de amigos y conocidos; es por eso, que algunos creyentes se desaniman, pierden la confianza en el poder y la defensa en Dios. El apóstol nos comparte que él lo perdió todo, posiblemente se refiere a la pérdida de su prestigio, de su trabajo importante que tenía en el Parlamento Judío llamado Sanedrín, su familia, sus amigos, pero esa pérdida lo llevo a conocer a Jesús el Cristo, experimentando el poder de su resurrección, ya que una ocasión se le apareció Jesús, se convirtió a él como uno de sus discípulos y apóstol, inició su trabajo en favor de la causa de su Señor y Salvador. Los sufrimientos del apóstol eran semejantes a los sufrimientos que experimentó Jesús y deseaba también experimentar la muerte por causa de él. Tenía la esperanza de alcanzar también la resurrección de su cuerpo en el futuro.

Maravillosa convicción del apóstol Pablo, así como él, muchos otros en el primer siglo y posteriormente sufrieron y murieron por causa de ser seguidores y predicadores de Cristo, su único Señor y Salvador. Nosotros no debemos callar que somos también cristianos, debemos defender nuestra fe ante propios y extraños, compartir el evangelio; La Palabra del Señor. Nuestro testimonio puede traer salvación a otros para que confíen plenamente su vida en Cristo, así como nosotros tenemos plena confianza en él.

Un día, nosotros moriremos en el aspecto físico un cuerpo corruptible, aún así, debemos tener la seguridad que como Cristo, en quien creemos alcanzaremos la resurrección de nuestro cuerpo el cual será incorruptible, esa era la esperanza del apóstol Pablo y debe ser también la nuestra. “Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida”, eso dijo el Cristo crucificado, resucitado y glorificado. Linda promesa.

Lee Filipenses 3:7-11