Evangelio de Mateo 21:28-32

Jesús de Nazaret usó la parábola para enseñar a sus auditorios. Una parábola es “comparación”, es un corto relato de una historia inventada o verídica, por eso es que el Maestro de maestros lo usó para ser comparaciones, logrando captar la atención de sus oyente, a veces los presentes se podían comparar con algún personaje del relato y otras veces Jesús lo hizo a propósito para provocar a los religiosos corruptos. En los cuatro Evangelios encontramos las parábolas que Él relató.

En este capítulo 11 del Evangelio de Mateo encontramos la parábola de los dos hijos. El primer  hijo rechazó la invitación de su padre de ir  a trabajar a su viñedo, dijo, que no podía, pero se arrepintió y fue. El segundo hijo dijo que iría, pero no fue. Jesús hace la pregunta a su auditorio, ¿quién de estos hijos hizo la voluntad de su padre?, todos respondieron: el primero. En la parábola tiene que haber una aplicación y Jesús la hizo. Dirigiéndose a los religiosos y a la gente, les dijo que no tenían excusa de no obedecer a Dios en el camino de la justicia, pero los publicanos y las prostitutas si creyeron y obedecieron la invitación de Dios de transitar en el camino de su justicia, e incluso después de ver ustedes esto, no se arrepintieron para creerle. Tremendo reproche. Dios en su infinita misericordia da oportunidad a todo ser humano para que recapacite en la obediencia que se debe dar a Él, sobre todo que va de por  medio la salvación de alma y un nuevo propósito para la vida aquí en la tierra, pero muchos cierran sus oídos para no creer y obedecer, mientras otros, que posiblemente no tenían esperanza por su condición escandalosa de su vida llegaron a aceptar la invitación que se les ofrecía de creer el evangelio del reino de Dios y de creer en el unigénito Hijo del Padre, su vida cambió, fueron transformados. Importante y necesario obedecer a Dios y aprovechar las oportunidades que Él nos da para vivir en paz con Él.

Lee Mateo 21:28-32