La venganza es el desquite, la compensación al daño recibido. Pero Dios nos dice: “no se venguen, yo pagaré, porque mía es la venganza”. Es muy fácil vengarse ante el mal recibido, pero, ¿nos sentimos en paz y satisfechos?, yo creo que no, porque no hay una solución al problema original o al agravio recibido, es más no tenemos paz mental,  emocional y espiritual. Leemos en los Evangelios que cuando Jesús de Nazaret era ofendido, avergonzado o denigrado no respondía y tampoco  asumía un desquite, aún cuando tenía el derecho de hacerlo, Él tenía un control adecuado de sus emociones y a pesar del agravio los perdonaba porque tenía compasión por ellos.  ¿Qué difícil verdad? Nuestra manera de pensar es no perdonar a los que nos ofenden,  o consideramos que no tienen ningún derecho a ser perdonados, “porque con la medida que miden con esa misma los medirán”  y el que la hace la paga. Pero, la ley de Cristo es otra: “si tu enemigo te pidiera de comer, dale…” “ Oren por sus enemigos y por los que les hacen mal”. Cristo Jesús lo demostró cuando estaba siendo clavado en la cruz. “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Y Esteban un fiel seguidor de Jesucristo al estar muriendo en manos de sus enemigos a pedradas, dijo a Jesucristo: “No les culpes de este pecado”.

Es fácil vengarse de los que nos han hecho un agravio o nos han traicionado, o nos han sido infieles, ¿pero hay solución en eso?  O ¿fomenta más nuestro odio convirtiéndose en rencor todos los días de nuestra existencia? Es mejor creer y acepar la justicia de Dios, Él pagará a los que nos han hecho mal y nosotros tendremos paz y seremos compensados con su bendición. Solo Él es fiel y perdonador. No te vengues, espera en Dios y encontrarás paz.

Lee Lucas 6:27-36