Extiendo hacia ti mis manos; te necesito como la tierra necesita de la lluvia.
Salmo 143:6
Es conveniente leer todo el salmo, es una oración breve, pero con mucho contenido humano en circunstancias difíciles, abrumadoras y con una necesidad profunda de quien ora, haya sido David o tú o cualquier otro creyente en el Dios todopoderoso.
Los hebreos, después israelitas o judíos oran a Dios extendiendo sus manos. Un buen número de cristianos hacen lo mismo. En Jerusalén, son muchas las personas judías o gentiles de diferentes países o nacionalidades que van a orar al muro occidental, llamado “de los lamentos”, extienden sus manos tocando las piedras de ese muro, el cual formaba parte del templo destruido por el ejército de Roma.
Levantar las manos al orar, denota una actitud de victoria, de fuerza triunfadora, de confianza en que todo va a estar bien, de fe en que nada es imposible para Dios. Al Inclinar la cabeza al orar, indica humildad, reverencia y sujeción en el Dios de lo imposible. Jesús tuvo estas posturas y oró también mirando al cielo que indicaba la búsqueda del rostro de su Padre para ser oído; lo hizo también de rodillas o postrado indicando profunda humillación. Cualquiera de las posturas son válidas, lo importante y necesario es buscar a Dios en oración, no solo para pedirle o rogarle que intervenga en un asunto dado, sino también para alabarlo, expresar gratitud, pedir perdón por nuestras aberraciones y pecados o para interceder en favor de otros que están en el infortunio, extraviados en su relación o comunión con Dios.
Así, como la tierra seca y reseca necesita de la lluvia, así nosotros en la sed del alma debemos buscar el agua de vida que solamente Dios puede darnos por medio de su Hijo Jesucristo. El dijo: “el que a mí viene, yo le daré el agua de vida y nunca volverá a tener sed.” De ti depende.
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