Jesús de Nazaret llamado el Mesías o Cristo, tuvo algunos hermanos y hermanas (Marcos 6:3) entre ellos Jacobo o Santiago y Judas, los cuales eran líderes de la iglesia de Jerusalem. Judas es el escritor de esta última carta que encontramos en el Nuevo Testamento. La carta se compone de un solo capítulo, una carta breve pero muy humana, compasiva, de instrucción y de advertencia a sus lectores sobre la filosofía gnóstica. 

Judas se convirtió al Mesías hasta que el Señor resucitó, debe haber escuchado las enseñanzas de Él,  pudo ver las sanidades y milagros que Jesús hacía, pudo considerar que de su medio hermano emanaba compasión, misericordia y amor por la gente, Jesús era un pacificador.                                                            

Cuando llega a reconocer que en verdad Jesús era el enviado de Dios por el testimonio de sí mismo, de sus padres José y María tuvo convicción de que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios. La influencia fue tal, que Judas se convierte en un predicador del evangelio, y se considera un siervo de Jesucristo, escribe con tanto fervor a los cristianos para advertirles y defender la causa de su Señor y Salvador Jesús. Judas saluda, no solo a los primeros  lectores, también a todos los que leen su carta, y lo hace con sentido de gozo y amabilidad.

TENGAN MISERICORDIA. Es de Dios de quien recibimos su bendita gracia, su misericordia nos salvó y nos prometió vida eterna por Jesucristo. Esta linda actitud debemos incorporarla en nuestras relaciones, porque esa misericordia que viene de Dios, deben recibirla otros,  para que sean salvos recibiendo oportuno socorro. Judas dice, TENGAN PAZ, el Señor Jesús  proveyó para nosotros esta paz reconciliadora con Dios su Padre, paz interna, que nos hace estar satisfechos de haber sido adoptados por Dios, el cual se constituye en nuestro Padre. Judas en su saludo dice, TENGAN AMOR en abundancia.

Que maravilloso es ser amados por Dios, por Jesucristo, por el Espíritu Santo y por los hermanos en la fe. Es ese amor que nos sostiene, nos fortalece y nos motiva a ser fieles al Señor, a servirlo y amar a los hermanos y al prójimo.

Lee Judas 1:1-3