Cuando usamos el término bíblico Mayordomía, se refiere a la administración integral de la vida, aplicada a las capacidades y habilidades personales (talentos y dones), a la familia, a la salud, al trabajo, al dinero, al evangelio, al servicio, a la obra evangelística y misionera y a todos los recursos que adquirimos. A Dios le importa la buena administración, igual a Jesucristo. El refirió una parábola, del mayordomo infiel en Lucas 16, al terminar el relato dio una exhortación a sus oyentes incluyendo a sus discípulos, diciendo: “El que es honesto en lo poco, también lo será en lo mucho, y él que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho.” (Lucas 16:10).
A ti y a mí nos fue confiado la vida, así como al mayordomo de la parábola que le fue quitada la administración de los bienes de su patrón, así también un día se nos quitará la administración de nuestra vida, porque al final de cuentas nos iremos de esta tierra a la ciudad de Dios. También se nos pedirá rendición de cuentas. Primeramente, tu vida de fe, de relación con Dios, tu vida realizada en Cristo como tu Salvador y Señor; de ahí la urgente necesidad de crecer espiritualmente por medio de la oración, de la palabra de Dios, del servicio cristiano, de tu testimonio de vida y de compartir el evangelio, de tu diezmo y ofrendas voluntarias. Además, tu realización en la vocación que te fue dada. Por ello, cuán importante es la educación, el aprendizaje de otras disciplinas y habilidades. La rendición de cuentas también incluye tu hogar, nuestra responsabilidad en el bienestar de la familia, seamos padres o hijos. Así también en otras áreas: como nuestro cuerpo y su salud.
Si tu observas tu vida total te darás cuenta cuan necesaria es la Mayordomía Integral. El cumplimiento de ella tendrá su recompensa cuando escuches decir al Señor: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:23).
Nos conviene y a la obra de Dios también ser responsables de nuestra Mayordomía o Administración total de nuestra vida.
Lee Lucas 16:1-13