Otra lección, es que más allá del sufrimiento hay una gloria incomparable. El apóstol Pablo habla literalmente de una “gloria venidera” que está relacionada a nuestra condición de hijos de Dios. Esta relación filial con Él es la única razón de aquella gloria; ella es patrimonio que heredamos de Él como Padre. Hay algo sublime en esta enseñanza. La gloria venidera que tendremos como hijos de Dios es la misma gloria que tendrá el propio Jesucristo. “Por cuanto somos hijos, también somos herederos de Dios y coherederos con Cristo, y si padecemos juntamente con él, también seremos juntamente glorificados” Romanos 8.

Una lección más, es que Jesucristo nos lleva de la aflicción a la gloria incomparable. Él es el único intermediario, el único Mediador entre Dios y los hombres, y el único conductor de la gracia de Dios (1 Timoteo 2:5) “por cuanto Él mismo experimentó lo que es sufrimiento y tentación, sabe lo que esto significa y puede auxiliarnos maravillosamente en nuestros sufrimientos y en nuestras tentaciones” (Carta a los Hebreos 2:18 NTV).

¿Estamos afligidos? ¿Estamos tristes? ¿Estamos preocupados? ¿No hay solución? Jesucristo es nuestra única esperanza. Todo lo que tenemos que hacer es venir a Dios en oración con el mal que nos aflige, y con fe en Jesucristo como el único mediador y el conductor de la misericordia divina para recibir el consuelo que Dios ofrece.

(Adaptado del pensamiento de Hugo Ruiz)

Lee 1 Timoteo 2:5-6