El libro de Nehemías es un libro sumamente interesante y muy humano.

Cuando uno lo lee encuentra consuelo y ánimo ante el pesar en la propia experiencia de él. Nehemías era un hombre de oración, y se dio cuenta que sí en verdad había razón para estar triste, para llorar y para tener dolor ante la situación que veía por la desgracia de su ciudad, sin embargo la tristeza no era la solución de su problema.

Según el comentarista del Antiguo Testamento, Stanford Wright, él ve en el libro de Nehemías cuatro maneras en las que el pueblo de Dios, Israel, es atacado constantemente cuando estaban reconstruyendo las murallas de la ciudad.

1o. Sarcasmo desalentador, burlas y oposición de los enemigos. (4:1-6)

2o. Ataque de los Enemigos. (4:7-23), planeaban los ataques para infundir temor a los judíos y dejaran de reconstruir. Nehemias tomó todas las precauciones, él había venido para reconstruir su ciudad comenzando con las murallas, lo hizo con permiso de Artajerjes rey de Persia. Nehemías se puso: a) A orar junto con los fieles del pueblo V. 9a.  b) Plan de Vigilancia. V. 9b  c) Motivación a los líderes del pueblo, y a la gente. V. 14 “No les tengan miedo. Acuérdense del Señor, que es grande y temible peleen por sus hermanos y por su familia.”

3ro. Desunión Interna (5:1-19) por la injusticia social entre el pueblo de Israel. Los pudientes se estaban aprovechando de la desgracia de los más pobres, a causa de descuidar sus campos agrícolas por apoyar en la reconstrucción de la muralla. No había alimentos, tenían hambre las familias. Nehemias les recriminó con un fuerte discurso a los explotadores.

4to. Falsas Acusaciones e Intentos de Traición a Nehemías (6:1-14).

Después de las perturbaciones sociales, el capítulo 6 es un relato continuado de la oposición de los enemigos de Nehemías: Sambalat, Tobías y Gesen, pero no lo vencieron con sus intrigas y usando a judíos para traicionarlo. Nehemías vio que la solución estaba en Dios y que lo más sabio era, dedicar tiempo a la oración.

La experiencia de Nehemías, que comenzó con lágrimas de aflicción y dolor, terminó con sumo gozo, alegría y satisfacción, porque Dios escuchó sus oraciones, y las  respondió, recompensó sus peticiones. Esta historia ilustra lo que el apóstol Pablo le dijo a los cristianos que estaban en la ciudad de Roma: “De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros” Romanos 8:18.

Lee Nehemías 4:1–23; 5:1-19; 6:1-14