“De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios. Porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. (Romanos 8:18-21)

En el Antiguo Testamento de las Sagradas Escrituras, se trata el asunto del sufrimiento humano, considerando el propósito que puede experimentarse como disciplina (Oseas 10:10), instruir (Salmo 2:10) y castigar (Jeremías 6:8) La palabra sufrir en el Nuevo Testamento significa soportar una carga desagradable. Una solución es la reconciliación con Dios. El resultado es vivir la declaración del apóstol Pablo cuando dice: “Todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios”. En los evangelios encontramos la revelación de un Dios sufriente en la cruz, de esa manera los creyentes en Cristo nos identificamos con Él (Romanos 8:15-17).

No nos confundamos, seamos optimistas y aferrémonos a la esperanza de la extinción del sufrimiento porque Cristo tuvo la victoria al vencerlo con su muerte y resurrección y entró en el estado de gloria para tener comunión para siempre con su Padre (Lucas 24:26) gloria que había dejado por su encarnación como hombre y en esa condición de hombre sufrió por amor a nosotros. Solamente Él como hombre puede comprender nuestros sufrimientos cualesquiera que sean. En Él tenemos la fortaleza porque nos ha dado su Espíritu para que esté con nosotros cada día, esperando con fe nuestra esperanza en su gloria (1 Pedro 1:11), aun la tierra dice el apóstol Pablo gime deseando ser liberada de la corrupción que la esclaviza.

Cristo ya alcanzo la gloria para nosotros, vivamos en El y para El. La victoria está ganada, ¡Ten animo!

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