“Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios Todopoderoso, justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones. ¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tú nombre? Sólo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia.”

Apocalipsis 15:3-4

Moisés fue el líder y legislador del pueblo de Israel, un hombre muy temeroso de Dios. Logró con el plan de Dios liberar de la esclavitud a su pueblo, que por 430 años habían estado en Egipto. Dependiendo Moisés de la poderosa mano de Dios los libró del cautiverio y por 40 años los pastoreó pacientemente por un vasto desierto. Cuando cruzaron milagrosamente el Mar Rojo, Moises cantó un himno compuesto en honor a Dios: “Cantaré al Señor, que se ha coronado de triunfo arrojando al mar caballos y jinetes. El Señor es mi fuerza y mi cántico, él es mi salvación. Él es mi Dios, y lo alabaré; es el Dios de mi padre, y lo enalteceré … “ Hace una descripción de los poderosos hechos y termina el canto diciendo: “¡El Señor reina por siempre y para siempre!” (libro de Éxodo 15:1-18) y el pueblo también participó cantando, glorificando a Dios por su poder y sus proezas.

El himno del cordero de Dios aparece en los capítulos 14 y 19 de Apocalipsis. Juan solamente nos da un resumen de ambos cantos de exaltación, de alabanza y reconociendo las grandes hazañas de Jehovah Elohim. Durante la época de Moisés y de Josué, líderes puestos por Dios para que dirigieran a su pueblo, ellos motivaban y exhortaban que todos los logros que alcanzaban era por la mano poderosa del Señor, Dios de Israel. En este libro de Apocalipsis Juan ve y escucha la adoración y la alabanza que solamente Dios el Padre y el Cordero, quien es el Hijo, reciben continuamente, que se da por los seres vivientes, y por los 24 ancianos, al que está sentado en el trono celestial declarando su santidad y reconociéndolo como el Señor Dios Todopoderoso. “Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos.” Lo mismo hacen los 24 ancianos postrándose delante de Él, depositan  sus coronas a sus pies reconociendo su eternidad y declaran: “Señor digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (4:11).

Juan ve una gran multitud, de todas las naciones, tribus, pueblos e idiomas que estaban frente al que está sentado en el trono y en presencia del Cordero, toda esa multitud incontable estaban vestidos de ropas blancas, con palmas en las manos. Adoraban y bendecían diciendo: “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (7:9-11) y los angeles también se postraban alabando y adorando a Dios. En el capítulo 14 Juan hace mención del cántico nuevo que se escucha desde el cielo y es un canto que solo lo podrán cantar los 144 mil judíos representantes de las tribus de Israel sellados, que tenían el nombre del Cordero y el de su Padre. En el capítulo 19 se menciona la alabanza en el cielo a Dios y al Cordero, diciendo al final del cántico: ¡Alegrémonos y regocijémonos  y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente (Apocalipsis 19:1-8).

Es conveniente adorar y alabar a Dios por lo que Él es, por lo que significa para ti y para mí y para todo aquel que cree en Cristo y lo sigue. La salvación de nuestra alma y de nuestra vida, más la promesa de vida eterna que se nos ha garantizado nos constriñen a reconocer que todo vino de Dios y del Cordero suyo que quita el pecado del mundo. Cristo debe ser Señor de nuestra vida y nuestra obediencia al Padre. Un día seremos parte de esa gran multitud en el cielo para ver cara a cara a quien nos redimió y nos uniremos a ellos para adorar al que está sentado en el trono celestial y al Cordero Cristo Jesús, que dio su vida por nosotros para tenerer eterna salvación.

“¡A él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.” —carta a los Efesios 3: 21.

Lee Apocalipsis 15:2-4, 19:1-8