¿Conocen estos versos de José Asunción Silva?, poeta colombiano:

Bajad a la pobre niña, bajadla con mano trémula y con cuidadoso esmero
entre la fosa ponedla y arrojad sobre su tumba
fríos puñados de tierra
¡Aún sobre sus labios rojos
La sonrisa postrimera
tan joven y tan hermosa
y descansa helada, yerta
y está marchito el tesoro
de su dulce adolescencia!

Pocas descripciones hay en poesía tan dulces y tan patéticas como esta del poeta colombiano.  Es que la muerte, especialmente la muerte de una persona joven, de una niña, de un niño, nos conmueve de una manera especial. Que la muerte de un anciano muera, es natural, pero la muerte de un joven de 18 años, ¡eso estremece! Y entristece.

Cierta tarde bajaba un triste cortejo por una calle, de la pequeña ciudad de Nain. Había muerto un jovencito, único hijo de su madre viuda. ¡Cuánto dolor para aquella mujer! Que desgarradura herida en el corazón de aquella madre, nadie podía consolarla. El cortejo compuesto por casi todo el pueblo iba llorando, gimiendo. Las lamentaciones herían más que el mismo hecho de la muerte. Mientras este cortejo fúnebre descendía, por la misma calle iba subiendo otro cortejo; en este todo era alegría, unos cantaban, otros reían, expresiones de profundo gozo, era Jesús de Nazaret, en compañía de sus discípulos y una gran multitud que se unieron de Capernaúm y de otras aldeas. 

En un momento ambos cortejos se encontraron, – uno podemos llamarlo el cortejo de la muerte – y el otro, el cortejo de la vida. En uno, llanto, fracaso, desesperanza, muerte. – En el otro canto, triunfo, vida y esperanza. Ambos cortejos de frente se detuvieron, todos fijaron su vista en Jesús, en el momento que da unos pasos para acercarse a la pobre madre del joven muerto y le dice con tremenda dulzura: “No LLORES”. Lucas el historiador, muestra esa compasión de Jesús, se conmovió hasta lo más profundo de su corazón, de su ser. Los filósofos estoicos decían que una característica de Dios, era su apatía, la apatía es incapacidad de sentir. ¡Qué equivocados! Y ahora los presentes de estos dos cortejos se dan cuenta que Jesús se conmueve del dolor humano.

Continúa…

Lee el relato Lucas 7:11-13