Escucha esta frase respecto a esa persona: “La felicidad es el eco de su excelencia”. Si me hace feliz pasar tiempo con esa persona, es por lo que es en si, es una persona maravillosa, es su forma de ser. 

Lo mismo sucede con Dios. El, es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos con El. 

Ninguno de nosotros ha alcanzado la satisfacción perfecta en Dios. A menudo, me apena percibir que mi corazón está quejumbroso por haber renunciado a los placeres exóticos y prohibidos del mundo (incursioné un poco en ello cuando era joven inexperto y extraviado, pero estaba vacío en mi existencia).

Pero he probado que el Señor es bueno. Por la gracia de Dios, ahora conozco la fuente del gozo eterno, la felicidad genuina y la fe. Por eso amo invertir mis días atrayendo a las personas hacia el gozo de Cristo, hasta que pueda  decir conmigo:

“Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo.”

Salmo 27:4

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