Después de estas tres cosas, el autor de esta carta nos lleva a otras tres consideraciones:

1- Acerquémonos a la presencia de Dios.

Todos nosotros vivimos en dos mundos. Vivimos en este mundo hecho de espacio y tiempo y vivimos en el mundo del espíritu o espiritual y de las cosas eternas. Corremos el peligro de vernos tan envueltos en este mundo de cosas terrenas que olvidamos la vida espiritual. Yo creo que por la mañana, cada uno de nosotros al comenzar la jornada o actividades, debemos entrar en la presencia de Dios y por la noche al término del día debemos apartarnos, aunque sea por breve tiempo y volver a entrar en su presencia.

2- Mantengámonos firmes en lo que creemos.

Nunca dejemos de aferrarnos a nuestra fe y creencia. Las voces de la burla y del cinismo tratan de arrancar la fe; el materialismo con sus argumentos pretende que olvidemos nuestra relación con Dios; los acontecimientos de la vida pueden ser fatales que conspiran para mover nuestra fe. Las relaciones quebrantadas de familiares o de otras personas afectan, pero nosotros debemos aferrarnos a Cristo que nada pueda separarnos de él.

Continúa…

Lee Hebreos 10:22-23