El salmo 119 es de instrucción, algunos consideran que fue para orientar al líder Moisés y a los profetas de Israel. No se sabe quién lo escribió, ni la fecha, ni la ocasión. Pero es considerado como uno de los más grandes poemas que hace énfasis en la Palabra de Dios; su revelación escrita, para vivir en su voluntad y para conveniencia del hombre. Su tema es la Torah, traducido al castellano como ley, básicamente es “instrucción” o “dirección”. El salmo 119 fue escrito en forma de acróstico, usando las 22 letras del alfabeto hebreo.  Los versos 33 al 40, usa los términos: Decretos, Ley, Mandamientos, Estatutos, Palabra, Juicios y Preceptos. En cada uno de estos términos hay una petición: Enséñame, Dame, Dirígeme, Inclina, Aparta, Confirma, Líbrame.  Hay también respuestas del poeta: Los Cumpliré, Seguiré, Encuentro, Inclina, Amo.

Cuando consideramos Las Sagradas Escrituras en esta perspectiva del poeta, somos bendecidos. El aprecio y el valor que debemos darle a la Palabra de Dios es para nuestro propio bien, porque somos edificados y damos gloria a Dios al obedecerla. En sincera gratitud le expresamos sus consejos, instrucciones, enseñanzas que no son gratificantes. Nos llenan, fortalecen nuestra fe en él, en sus propósitos; el anhelo de su corazón para nosotros, porque su palabra es vida. Al reflexionar, meditar, memorizar y estudiarla nos enriquece en nuestro presente, con proyección futura. Su palabra es eterna, por ella seremos juzgados en el día del juicio. Debemos aceptar la recomendación de Jesús el Cristo cuando dice: “Estudien con diligencia las Escrituras porque en ellas encuentran la vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mí.” (Evangelio de Juan 5:39)

Todos debemos orar por la circulación de La Bibila en todos los países del mundo, por los lingüistas que la traducen a diferentes idiomas, por las Sociedades Bíblicas, por las Editoras, por los que las distribuyen y por los lectores. ¡Espero que contribuyamos en esto!

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