“En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados…”

Carta a los Efesios 2:1-10

En estos versículos el apóstol Pablo muestra cuán terrible era la vida sin Cristo, tanto para los judíos como para los gentiles. Lo mismo en su tiempo y lo mismo en nuestro tiempo y en todas las épocas. Es lamentable que aún, algunos de nuestros familiares, amigos y conocidos estén en esa condición. Ante todo, dice el apóstol Pablo que en esa vida la práctica era hacer pecados y transgresiones. El pecado es universal (del griego Hamartia, significa errar).

A veces hacemos distinciones respecto a los seres humanos, respecto a sus prácticas malas, pero desde el momento que nos consideramos personas respetables, en lo íntimo de nuestra mente no pensamos que el pecado tenga algo que ver con nosotros. Probablemente nos ofenderíamos si nos llamaran pecadores, esto es, dignos del infierno. Así que recordemos lo que significa el pecado:

“El pecado es no llegar a ser lo que deberíamos y podríamos ser”  (¿Eres tú tan buen esposo como deberías serlo? ¿Haciendo más fácil la vida a tú esposa? ¿Eres tan buena esposa como deberías serlo? ¿Participas con verdadero interés en el trabajo de él, o puedes comprender los problemas y las preocupaciones de tu esposo de cuyo trabajo depende el sostén de la casa? ¿O tu esposa, si ella trabaja? ¿Somos tan buenos padres como deberíamos serlo? … ¿Somos tan buenos hijos o hijas como podríamos serlo?) Cuando comprendemos qué es el pecado nos damos cuenta de que no se trata de algo inventado por los teólogos o pastores, sino de algo que empaña, satura e impregna la vida. Pecado es fracasar en lo que uno debería y podría ser en cada esfera de la vida. Es errar al blanco, es revelarnos a la voluntad de Dios.

Continúa…

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