Es agradable como Jesús comparte con sus discípulos sobre el amor de su Padre para con él: “Así como mi Padre me ama, así también yo los he amado” (v.4) en otras palabras, Dios ama a Jesús y Jesús nos ama de la misma manera.

Permanecemos conectados a Jesús cuando creemos sinceramente en Él y en su promesa, por lo cual aceptamos su amor “permanezcan en mí, y Yo permaneceré en ustedes.” Debemos y podemos obedecerle cuando permanecemos en Él.

V. 10 Demostramos que somos sus discípulos a medida que damos fruto. V. 8  Jesús considera amigos a sus discípulos y eso mismo puede ser para nosotros, cuando El dice: “Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.” Cuando llegamos a reconocer que Jesús fue el enviado del Padre como Mesías, Salvador y reconocemos que Él dio su vida por nosotros somos también sus amigos, eso es maravilloso, porque un amigo perfecto como es Él se interesa en forma total de nuestra vida.

V. 13-14. Así también amamos a los demás condiscípulos, lo cual es posible porque comprendemos que Dios nos ama. “Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.”

v. 17.  Dios el Padre es el labrador, Jesús es la vid, nosotros las ramas, y los frutos son los que alcanzamos con su evangelio de amor.

Lee Juan 15:1-17