“Roca mía, y Redentor mío; mi Roca fuerte, y fortaleza para salvarme; llévame a la Roca que es más alta que yo; El solamente es mi roca y mi salvación; Sé para mí una Roca de refugio; Mas la Roca de mi corazón es Dios; Él es la Roca, cuya obra es perfecta; La roca de ellos no es como nuestra Roca; Viva el Señor, y bendito sea mi Roca; Vivian de la roca y la Roca era Cristo.”
Estas y muchas otras expresiones sobre Dios Padre y sobre Dios hijo declaran lo maravilloso que es nuestro Dios. Desde el principio el pueblo de Israel estaba consciente de la seguridad que podían encontrar en Dios y de su ayuda.
David el siervo de Dios, su conciencia siempre estuvo despierta a su dependencia de Dios como su Roca y puso a prueba al Señor varias veces, encontrando en Él su segura defensa. Y sus declaraciones eran excelentes, como la siguiente: “El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador, es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva. ¡Mi más alto escondite!” (Salmo 18. 2).
Cristo es la Roca de los siglos, Él es nuestra salvación y el tropezadero de los que no creen y en el día del juicio por El serán juzgados. Acudamos a Dios nuestra Roca Fuerte, Él nos dará fortaleza, refugio, esperanza, seguridad en medio de la angustia y de las situaciones de la vida que nos son adversas. Además, la figura o Roca o piedra angular aplicada a Cristo da la idea de permanencia (Hebreos 13. 8) y de su carácter indispensable como seguridad para nuestra vida redimida (1 Corintios 3. 11), nuestra salvación está segura en Él y nada ni nadie nos moverá de esta convicción, solo en Cristo hay salvación porque Él es el fundamento en que descansa nuestra vida. Él es la Roca de la eternidad.
¡A Él sea la gloria, la honra y la victoria por siempre!
Lee Salmo 18:1-6