Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes que tú no sabes.
Profeta Jeremías 33:3
Dios le dice esto al pueblo judío en tiempo del profeta Jeremías, este profeta era muy humilde, obediente a Dios y muy sensible al sufrimiento de su pueblo; la gente padecía hambre, había mucha injusticia de los ricos y poderosos hacia los pobres, explotación, maldad, autoridades sobornables en contra de los que no se podían defender buscando una justicia honesta. Además de todo había la amenaza de la invasión por el ejército de los babilonios, aún así con toda estas calamidades el pueblo no se arrepentía de sus pecados y tampoco acudían a Dios buscando perdón y la solución a sus precarias necesidades. Tampoco le pedían ayuda para que los salvara de la amenaza de los enemigos.
Jeremías por decir la verdad y del juicio por llegar lo encarcelan y desde ahí les proclama que Dios tiene promesas de restauración para ellos como nación. “Así dice aquel cuyo nombre es el Señor, el que hizo la tierra, y la formó y la estableció con firmeza” (33:2). Los invita a clamar o rogar a Dios, con la promesa, de que el Señor todopoderoso que creó todo el universo, la tierra con todo lo que hay les responderá y les enseñará lo que ellos no saben después del desastre que llegará por la invasión del enemigo el cual destruirá el templo, los palacios, las casas de los ricos, toda vivienda y aún las murallas que rodeaban la ciudad, además de los miles y miles de muertos y muchos otros llevados a Babilonia como esclavos junto con el botín de guerra, toda la riqueza del pueblo.
“Sin embargo, les daré salud y los curaré, los sanare y haré que disfruten de abundante paz y seguridad. Cambiaré la suerte de Judá y de Israel, y los reconstruiré como al principio. Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí, les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí. Jerusalén será para mí motivo de gozo, y de alabanza y de gloria a la vista de todas las naciones de la tierra. Se enterarán de todo el bien que yo le hago, y temerán y temblarán por todo el bienestar y toda La Paz que yo le ofrezco” (33: 6-9). Ellos aún con esta promesa de esperanza no se arrepintieron. La promesa de Dios por medio del profeta tuvo su cumplimiento 70 años después. Siglos después, volvió a cumplirse esta promesa de restauración, ya que la ocupación romana y la destrucción nuevamente de la ciudad de Jerusalén en el año 70 del primer siglo de nuestra era.
Dios cumplió su palabra, después de la Segunda Guerra Mundial; los exiliados judíos en las naciones comenzaron a regresar a Israel. Hay actualmente 9 millones de judíos en el país de Israel y la prosperidad se ha dado, convirtiéndose en un país de primer mundo; también volvió la alegría, solamente falta la paz.
Cuando los pueblos o los individuos claman a Dios por ayuda, arrepintiéndose de sus maldades y pecados, El perdona y prospera, sana las enfermedades de muerte y detiene las enfermedades contagiosas, hace que la paz y la alegría vuelvan. Debemos clamar o rogar en oración a Dios por medio de Cristo Jesús y Él nos responderá. Hazlo y verás la recompensa.
Lee Jeremías 33:1-11