“Yo mismo, hermanos, cuando fui a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con gran elocuencia y sabiduría. Me propuse más bien, estando entre ustedes, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste crucificado.”

1 Corintios 2:1-2

Esta carta tiene un trasfondo respecto a los cristianos que formaban la comunidad de creyentes, había problemas de unidad y de un caso de mal testimonio de uno de los jóvenes respecto a una conducta inmoral, por eso el apóstol les aclara que cuando fue a predicarles el evangelio no fue a investigar cosa alguna, sino que el fue a anunciarles el mensaje de Jesucristo crucificado. Aclara también que el mensaje que les fue dado era de parte de Dios, por lo cual no usó una elocuencia o demostración de sabiduría, sino que su mensaje era para que los creyentes fueran fortalecidos en su fe y que otros confesaran su fe en Cristo recibiéndole como su Salvador.

A veces el mensaje que se da a una comunidad de creyentes por algún predicador es de juicio, o de juzgar sin tener toda la evidencia, otros critican algún asunto, lo cual es inconveniente y falta de sabiduría. Algunos predicadores usan el podium o púlpito para regañar. El mensaje bíblico de exhortación es válido, pero debe comunicarse de manera sabia, mesurada y atinada, debe ser general sin señalamientos a personas de manera particular. Todo mensaje bíblico de edificación debe ser Cristo céntrico,  sobre el Señor de manera enfática. Es sobre él que se debe predicar o enseñar. Se debe hacer énfasis en su muerte de cruz, en su resurrección y en su regreso a esta tierra. Es, exponer que con su muerte nosotros tenemos la oportunidad de ser perdonados de nuestros pecados por un Dios justo a quien hemos ofendido.

Dios solucionó ese distanciamiento entre Él y el pecador por la muerte de su Hijo quien voluntariamente se ofreció por el género humano. Ahora, el hombre y la mujer tienen la oportunidad de acercarse al Cristo de la cruz, alcanzar el perdón y la salvación de su alma para tener vida eterna.

Lee 1 Corintios 2:1-8