El pesaj o la pascua judía se inicia su celebración una noche antes de salir al otro día del país de Egipto después de estar cautivos por más de 400 años. Al morir José uno de los hijos del patriarca Jacob quien fue vendido por sus hermanos y llevado al país de Egipto, el cual por su sabiduría y ayuda de Dios logró  ser el segundo hombre más importante después del faraón como administrador de las finanzas de Egipto. Cuando él murió el siguiente faraón quien no sabía de José y su pueblo comenzó a fastidiar a los hebreos y los convirtió en sus esclavos. Moisés el hebreo fue llamado por Dios para ser el libertador de su pueblo, por medio de diez plagas terribles que azotaron a los egipcios, más no al pueblo de José, el faraón ya frustrado y ante la muerte de los primogénitos egipcios incluyendo a su propio hijo permitió que Moises saliera de la tierra de Egipto con su pueblo. La última noche, antes de la salida, Dios le dijo a Moisés que celebrara la pascua con pan sin levadura y con vino para todo el pueblo, no solamente como recordatorio de la liberación de la esclavitud y de que el ángel de Dios no exterminó a los hijos primogénitos de los hebreos. Así lo hizo y desde entonces, unos 1513 años antes de Cristo cada año los hebreos, israelitas o judíos la celebran, para recordar esos dos grandes eventos en la historia de su pueblo.

La pascua cristiana como se la ha llamado o Semana Santa difiere de la pascua judía en su propósito. La pascua que celebra la cristiandad cada año, recuerda la pasión de Jesús el Cristo o Mesías, su muerte en favor del género humano, muriendo por los pecados de todos para recibir el perdón de Dios, así recuerda también su resurrección, venció a la muerte, al diablo y al pecado. La pascua judía es un recordatorio de libertad e independencia y la pascua cristiana es la libertad del hombre del poder de satanás y del pecado. Ambas celebraciones son importantes, una para el pueblo judío, que es una libertad política y la otra una libertad espiritual para todos los creyentes en Cristo de todas las naciones y de todas las épocas.

¡Cristo Vive! Y nosotros también viviremos con Él. Demos gracias por nuestra libertad.

Lee Éxodo 12:1-10