El escritor Lucas nos narra esta parábola en el capítulo 10 de su Evangelio.
Jesús de Nazaret estaba con sus discípulos instruyéndoles para enviarlos a las poblaciones de Israel para anunciarles que el reino de Dios se había iniciado con la llegada de Él y era urgente que supieran el cumplimiento del plan de Dios, además les daba autoridad y poder para sanar enfermos. Cuando ellos regresaron felices, Jesús se alegró con ellos por lo que habían logrado. En ese momento se presentó un doctor en la ley de Moisés preguntando para poner a prueba a Jesús. Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús le respondió con otra pregunta: ¿Que está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú? Él respondió: -amar a Dios y al prójimo- Jesús le dijo —Haz eso y vivirás. -Él hombre para justificarse preguntó: ¿Quién es mí prójimo? Jesús narró la historia del hombre samaritano.
Un hombre judío fue asaltado por ladrones en un camino y lo dejaron muy herido. Por el mismo camino pasó un sacerdote y no tuvo compasión por el hombre herido, el sacerdote representaba la religión judía pero no lo ayudó. Paso otro hombre judío, un levita; la tribu de Levi fue designada por Moisés para que ayudaran a los sacerdotes en el templo en los ejercicios espirituales y de ayuda a los necesitados, pero este levita no auxilió a su compatriota herido. Pero por ese mismo camino transitaba un viajero samaritano, los judíos no tenían amistad con los samaritanos, pero este hombre de Samaria, se compadeció del judío herido, lo auxilió, lo curó, vendó sus heridas, lo subió sobre su cabalgadura y lo llevó al primer hostal que encontró, dejándolo al cuidado del dueño y pagándole de antemano. Jesús preguntó al maestro de la ley, ¿quién fue su prójimo de este hombre herido? Y el líder del judaísmo tuvo que reconocer que el prójimo había sido un samaritano enemigo de su pueblo. Jesús exhortó a él y a los que oían diciendo: —anda entonces, y haz tú lo mismo- La religión y el sincretismo religioso si no enseñan y practican la misericordia en favor del prójimo, no sirve para nada.
Creer y seguir a Jesucristo es amar a Dios y demostrarlo teniendo compasión por los que sufren, por los enajenados, los explotados y los que viven en infortunio.
Lee el relato Lucas 10:25-37