“Desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.”
Apóstol Pablo al joven Timoteo
Timoteo era un jovencito cuando lo conoció el Apóstol Pablo en la ciudad de Listra; su madre Eunice y su abuela Loida eran judías y su padre era griego. Las dos mujeres fueron de mucha ayuda a Timoteo, desde su niñez aprendió a leer las Sagradas Escritura (Antiguo Testamento) y se le enseñó todos los asuntos de la Ley de Dios, sus instrucciones, preceptos y toda enseñanza de la Palabra de Dios. Pablo continuó con la instrucción del joven Timoteo, lo llevó con él en sus viajes misioneros, creció al lado de Pablo en lo físico y en la Palabra. Cuando lo vio preparado para el ministerio pastoral lo dejó en la ciudad de Éfeso para que fuera el pastor de la iglesia que estaba en ese lugar. Continuó recibiendo instrucciones del Apóstol, le escribió con toda seguridad varias cartas, en el Nuevo Testamento aparecen dos de ellas.
La Palabra es educación por amor y para amar. Es por eso la importancia que los pastores damos al discipulado bíblico. Cuán importante es la enseñanza bíblica a los niños, muchachos, jóvenes, y adultos. Primeramente, para que aprendan a temer a Dios de manera reverente, conocer a Cristo como el único Salvador, reconocer a Él como Señor para hacer su voluntad, permitir ser guiados por el Espíritu de Dios, llamado Espíritu Santo. En los niños, hasta la adolescencia continuar apoyándoles en su formación física, intelectual y espiritual, para que lleguen a ser útiles para el servicio de la obra de Dios. Es en la edad temprana del ser humano donde se logra la formación espiritual, llegar a ser como Jesucristo obediente al Padre, llegar a ser útiles en la aplicación de su vocación, en la aplicación de sus talentos naturales y de sus dones espirituales. Nuestro anhelo como pastores y maestros de Biblia, es que ellos aprendan la enseñanza bíblica que les será útil en todo tiempo. Ustedes padres deben ayudar a sus hijos en su formación cristiana por medio de la Palabra y de su ejemplo. “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere adulto no se apartará de él” (Salomón).