Sin duda esta parece ser la parábola más sencilla de Jesús. Un relato del cual sus oyente conocían, porque en Judea o Galilea las ovejas se descarriarían o se perderían. La tierra para el pastoreo se encuentra en la región montañosa la cual era extensa, el pasto es escaso de manera que es fácil que las ovejas se dispersen para buscar su alimento y entre hondonadas y cañadas es probable que no puedan salir y se quedan abandonadas hasta que se mueran. Los pastores en la tierra de Israel y Palestina eran hábiles para buscarlas a pesar de los acantilados y precipicios peligrosos hasta encontrarlas aunque estuviera anocheciendo y devolverlas al redil. Podía ser que la encontraran herida o muerta, así que tenían que traer los huesos o la lana para comprobar la muerte de la oveja porque estos pastores eran asalariados. Por lo menos era dos o tres pastores para apoyarse en el pastoreo.
Imagínense los pastores con su rebaño regresaban a la aldea al final de la tarde, ellos informaban que uno de los pastores se había quedado a buscar una oveja extraviada. Pueden imaginar a la gente y familia viendo una y otra vez hacia la montaña para lograr ver al pastor muy cansado, con su oveja, tal vez herida o cansada o muerta, sobre los hombros del pastor. Y los de la aldea prorrumpían gritando de alegría. En este pastor Jesús toma la imagen para referirse a Dios y a su inmenso amor y compasión.
Continúa…
Lee Mateo 18:12-14