El Libro de Eclesiastés cuyo autor es el Rey Salomón, un hombre muy sabio al darle Dios la sabiduría y mayor inteligencia, Dios lo hizo por la bondad de Dios para con su padre el Rey David. Salomón presenta en este capítulo un contraste o diferencia entre una persona y otra, es decir, mostrar condiciones opuestas o diferencias marcadas para comprobar la exactitud de algo. El contraste, por lo tanto, puede ser la oposición o contraposición que existe entre dos personas en este caso para llegar a una conclusión de lo que sucede realmente. 

Salomón dice que lo mismo le sucede a todos los seres humanos al final de su vida. Para el justo y para el injusto; para el bueno y el malo; para el puro y el impuro; para el que ofrece sacrificios y para el que no los ofrece; para el bueno y para el pecador; para el que hace juramentos y para el que no lo hace. Su conclusión es, que ambos personajes se van a morir, serán olvidados, a donde se va no tiene importancia y después de todo, ¿quién ganó? O ¿por quién decidirse? Salomón consideraba que el lugar a donde van los muertos ahí no hay nada que hacer, que lo mejor es sacarle provecho a la vida presente mientras se está vivo.

La Carta a los Hebreos si la hubiera leído Salomón hubiera cambiado su filosofía de la vida,  de la muerte y de la vida después de la muerte. Es verdad, que todos los seres humanos vamos a morir en el cuerpo físico, pero hay una advertencia en esta Carta capítulo 9:27 “porque está establecido que el hombre muera una sola vez y después de esto el juicio”. El hombre es responsable de su destino final, es, en el presente donde yo debo vivir una vida que agrade a Dios mi Creador, además el ser humano no ignora que Dios envío a su Hijo Jesucristo para rescatar al hombre de su vana manera de vivir.

En el tiempo de Salomón y aún antes Dios ya había establecido los principios de cómo el hombre debía de vivir, tenerle temor, amarlo, serle fiel y amar a su prójimo, como la práctica de una vida moral. Una pregunta pertinente para ti es: ¿Cuando mueras físicamente, a dónde se ira tu alma? Tú decides. Mientras tanto, antes que nos muramos físicamente es conveniente hacer un alto, examinar nuestra manera de vivir, cambiemos nuestra filosofía existencial y cambiemos en nuestra actitud para con Dios y para con los demás. Hazlo oportunamente, el tiempo corre y se detendrá un día, para ti.

Lee Eclesiastés 9:1-10