Sin el poder del Espíritu Santo no vale la pena emprender nada en la propagación del evangelio. Para los discípulos de Jesús la tarea que les encomendó no era nada fácil, no solo compartir el evangelio en su propia ciudad de Jerusalén, sino en las provincias de Judea y Samaria, además en todo el mundo, conquistarlo para Cristo, su Señor. En Hechos de los Apóstoles 1:12-26 vemos algunas características de la oración de estos discípulos para iniciar la obra.
Oraron En Quietud. Es conveniente la oración que nosotros elevemos que tengamos este elemento de estar quietos, sin interrupciones de ninguna especie, estamos buscando estar a solas con Dios.
Oraron En Unanimidad. Importante, orar en compañía de otros creyentes, eso es un reforzamiento a la intercesión y ruego. La compañía de otros que tienen la misma intención y pasión que nosotros es de mucho valor y de apoyo entusiasta, la hermandad, unidad y compañerismo. Dice el relato que “todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración…”
Oraron Con Perseverancia. La respuesta de la oración eficaz depende mucho de la perseverancia de continuar el ruego hasta alcanzar lo deseado. Como el patriarca Jacob, “no te dejaré hasta que me bendigas”. Algunos de los que oran son impacientes, esperando todo en automático o instantáneo, así no se consigue nada. Perseveremos para que nuestra fe y paciencia logren recibir la bendición o la respuesta a nuestras peticiones.
Los discípulos de Jesús:
Oraron Con Inteligencia. Era necesario seleccionar al sustituto de Judas Iscariote el cual fue sustituido por Matías un testigo de la resurrección de Jesús, oraron por él para consagrarlo a la obra de Cristo. Cuando oramos por la obra de Dios, debemos orar por sus siervos, pastores, evangelistas y misioneros o por los hermanos de la iglesia local que les agrada y tienen la pasión por compartir el evangelio con la gente.
Hoy debemos permitir al Espíritu Santo tome el control de nuestras vidas y nos haga útiles en nuestro testimonio. Roguemos en oración para ser usados por Él.