Analizando la oración de Ana descubrimos tres características de toda oración eficaz, la cual debe ser un ejemplo a seguir cuando oramos pidiendo algo tan necesario e importante para nosotros de manera personal:

La Oración Eficaz brota de un deseo intenso. Ana “con gran angustia comenzó a orar al Señor y a llorar …” (v. 10) Entre los hebreos o israelitas la esterilidad de una mujer era una afrenta, una vergüenza (Lucas 1:24-25), así que Ana deseaba con angustia poder tener un hijo. Ese intenso deseo de ella lo producía Dios mismo, porque Él deseaba un profeta que entregara su palabra a su pueblo y canalizó su propósito a través del deseo de Ana. Esto es lo que nos enseña el Salmo 10:17 “El deseo de los humildes oíste, oh Jehova. Tú dispones su corazón y haces atento tu oído.” Así que si queremos orar con eficacia, debemos escudriñar nuestros deseos y ponernos en sintonía con los deseos o interés de Dios. El, de antemano conoce lo que vamos a pedirle.

La Oración  Eficaz entraña una entrega sincera. Ana prometió dar a Dios el hijo que ella deseaba (v. 11), no podía simplemente para ella recibir la bendición y tomó la decisión mientras pedía ese hijo. Ella devolvería a Dios lo que tanto le pedía para que lo usara según su voluntad (Santiago 4:3 dice que pedimos mal), debe ser una petición de compromiso para el bien de la obra de Dios . . . . Eso nos lleva a pensar que si deseamos orar con eficacia, debemos poner en primer término los intereses divinos. No debemos pensar en la oración solo como un medio para obtener bendiciones personales sino ver un poco más allá,  los beneficios que puede traer a otros y de manera más específica al deseo de Dios el cual es el extendimiento de su reino en los corazones de la gente (Efesios 6:18-20). ¿Cómo podemos hacerlo? cuando tienes la respuesta de tu oración o tu petición, da testimonio, comparte con otros tu experiencia. Enseñar a orar a otros es un medio de que confíen en Cristo como su Mediador.

Continúa…

Lee 1 Samuel 1:10-11, Santiago 4:3