“La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás. Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar. Jonás se fue hacia Nínive, conforme al mandato del Señor…”
Jonás 3:1-3
Cuando uno va leyendo una novela sea historia verdadera o ficticia la trama va aumentando en intensidad y uno como lector imagina lo que sucederá y los más curiosos y desesperados van al último capítulo para saber el final (eso no es adecuado). Pero si es emocionante conforme avanza el relato; es esto lo que sucede con la historia verdadera del profeta Jonás. Ahora lo vemos como un hombre transformado después de haber sufrido en el estómago del gran pez, su oración de contrición, confesión y perdón fue perdonado y fue vomitado en una playa. Dios su Señor le volvió a dar la misma orden que antes, Jonás se fue a la ciudad de Nínive la capital de Asiria para dar el mensaje de advertencia de juicio de parte de Dios, todo un día recorrió la ciudad con el mismo mensaje,”Dios los destruirá en 40 días”, Jonás iba nervioso, expectante o con miedo porque podía haber represalia por parte de los ninivitas contra él y no era para menos que tuviera esa actitud. La gente se preocupó por el mensaje de aquel extranjero, todos los habitantes desde el humilde siervo hasta el rey recibieron esa mala noticia, del juicio de Dios que no era su Dios, pero habían oído hablar de Él y sabían lo poderoso que era por todo lo que sabían de su actuar contra los enemigos del pueblo de Israel. Mientras tanto Jonás se quedó fuera de la ciudad esperando lo que Dios su Señor haría al respecto.
Hay que admirar a Jonás, porque a pesar de sus emociones alteradas y experiencias anteriores en el barco y con el gran pez, obedeció, a regañadientes pero hizo su trabajo. Es muy hermosa la actitud cuando en humildad obedecemos al Señor, Él se complace con nosotros sus hijos y nosotros podemos ver los resultados que hay en otras personas, en la familia y en nosotros mismos por lo que hicimos en forma conveniente. La obediencia enaltece y los resultados honran a quienes obedecen y realizan la tarea.
Lee Jonás capítulo 3