“Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles”

Salmo 116:15

La muerte es un desenlace trágico para muchos, pero para los creyentes en Cristo Jesús Salvador del alma y el Señor de la vida, la muerte no es nada trágica, si entristece por la separación, pero no debe ser un fenómeno que atemorice o provoque desesperación. Sino que esa experiencia del ser querido, debe fortalecer nuestra fe y nuestra esperanza que lo volveremos a ver cuando nosotros vayamos al cielo al llamado de Dios nuestro Padre. El salmista y Rey David, afirma que estimada por Dios es la muerte de sus fieles creyentes y después de David podemos decir, los que estamos en Cristo que confiamos y creemos en el poder de su resurrección.

¿Experimentó la muerte Cristo? Si, bebió esa copa amarga del sufrimiento, pero venció a la muerte y le quitó el aguijón para que sus seguidores no le temieran. “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!” (1Corintios 15:55-56)

¿Por qué es estimada a los ojos del Señor Dios Todopoderoso la muerte de sus santos o fieles?

(1) Primeramente, porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Jesús de Nazaret le dijo a los saduceos, que en forma sarcástica se estaban mofando de Él cuando tocó el asunto del matrimonio después de la muerte, que en el nuevo orden no habrá matrimonios sino que todos serán como los ángeles del cielo, ya que los saduceos no creían en la resurrección. Él les dijo, no han leído que al Señor se le llama: “Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. El no es Dios  de muertos, sino de vivos; en efecto, para él todos ellos viven”. (Lucas 20:27-38).

(2) Otra razón de por qué “es estimada la muerte de sus hijos adoptados por la obra de Jesucristo”, porque Dios sabe que ellos irán al cielo para estar con Él. El apóstol Pablo declaró: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21). Ganancia porque al morir el creyente o nuestro ser querido de inmediato va a la presencia del Señor, en su espíritu y en estado consciente, “porque estar ausentes del cuerpo es estar presentes al Señor”. Jesús dijo con seguridad: “quiero que donde yo esté, ustedes estén también conmigo” (Juan 14:1-3). Confiemos en la muerte, en la resurrección de Jesucristo y en sus promesas. Él nos espera con los brazos abiertos.

Lee Lucas 20:27-38