Después que Jesús expuso las Bienaventuranzas,  les dijo a sus discípulos que ellos eran la sal de la tierra. Usó después otro símil para decirles: “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en lo alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que otros puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.”

Evangelio de Mateo 5:14-16

Los científicos dicen que hay diferentes tipos de luz: solar, natural, artificial, blanca, infrarroja, ultravioleta, etc. Cuando Jesús está hablando de la luz, se refiere a la que en su tiempo y antes de él se usaba para alumbrar de noche los hogares. Las lámparas eran de aceite de oliva, eran tan necesarias como lo es para nosotros la luz eléctrica. La gente que están escuchando a Jesús saben y conocen lo que es esa luz. Y usa este símil para decirle a sus seguidores: “Ustedes son la luz del mundo”, este es un cumplido grande de Jesús pronunciado con respecto a sus seguidores o cristianos, pues en estas palabras les está diciendo que sean lo que Él mismo afirmó ser. El dijo: “Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo” (Juan 9:5) y cuando ordena a sus seguidores que fueran luz del mundo no hizo sino decirles que debían ser lo que Él era.

Decían los rabínicos que Israel era luz a las naciones, que Jerusalén era a los malos gentiles, pero que nadie podía encender su propia lámpara que sólo Dios porque era Él quien prestaba la luz. Esa es la idea de Jesús, no es que nosotros produzcamos nuestra propia luz, debemos ser la luz de la gente porque Cristo brilla en nosotros. Debemos ser de tal manera luz que se vea, Jesús hace referencia que la lámpara se ponga en alto para que toda las vean y todos sean alumbrados.

Así debe ser con nosotros, no hay cristianos o seguidores de Cristo secreto. El cristianismo de una persona debe ser perfectamente visible para propios y extraños, para todos los que nos rodean en donde nos encontremos. Porque la luz es guía, el cristiano debe guiar a sus semejantes que encuentran el propósito de su existencia o están metidos en algún problema y necesitan consejo o dirección.  Necesitan de nuestra bondad, virtud que escasea en la sociedad que forma nuestra ciudad, así como una ética de vida de común acuerdo con lo que Dios desea de sus hijos.

Hay varios de nuestros conocidos o familiares que están en la oscuridad, tenemos que ser luz para ellos y compartirles la luz de Cristo. Porque una luz sirve de advertencia. Algunas veces nuestro deber como cristianos es advertir a otros del peligro que los asecha en cualquier situación de riesgo moral o espiritual, sin actitud de crítica o condenatoria, sin enojarnos o herir. Jesús tuvo muchísima razón al decir que sus discípulos o seguidores seamos luz para el mundo.

Lee Mateo 5:13-16