1 Corintios 11:23-34

No hay en todo el Nuevo Testamento otro pasaje de mayor interés que este. Por un lado nos da la descripción para el más sagrado acto de adoración en la iglesia. Y por otro lado tenemos el primer relato escrito que se tiene de las palabras que Jesús pudo haber pronunciado, porque esta carta a los corintios es más antigua que el evangelio de Marcos que fue el primero en escribirse.

La celebración de esta Ordenanza La Cena del Señor, no significa lo mismo para todos los creyentes en Cristo. Por la manera como Él lo expresó, al referirse al pan y al vino. Acerca del pan, dijo “Este es mi Cuerpo.” Un solo hecho nos ayuda a comprender que no era de manera literal, porque Él aún estaba vivo, su cuerpo y el pan eran dos cosas distintas, por lo tanto al referirse al pan que era su cuerpo tenemos que comprender que representa su cuerpo como un simbolismo, ofrecido en sacrificio vivo. Cuando el creyente en Cristo recibe el pan y lo lleva a su boca con fe, amor y sincera devoción cobra un significado espiritual, porque reconoce la muerte de Cristo en su favor para salvación. Para un no creyente no tiene ningún significado.

Cuando Jesús el Cristo dice: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre”, puede clarificarse “esta copa es el nuevo pacto y ha costado mi sangre”. Había un viejo pacto entre Dios y el hombre, una vieja relación. Estaba basado en la Ley. Por medio de esa relación Dios escogió al pueblo de Israel y se acercó a él, convirtiéndose en un sentido muy especial en su Dios, pero había una condición y esta consistía en que para que la relación fuera duradera el pueblo de Israel debía guardar la Ley de Dios  (Éxodo 24:1-8). La continuidad del pacto dependía de que se guardara la Ley. Pero con Jesús el hombre se encuentra ante una nueva relación que no depende de la Ley sino del amor. No depende de la habilidad que el hombre tenga en guardar la Ley, puesto que nadie puede hacerlo, sino en la gracia libre del amor de Dios que se ofrece a todos los seres humanos. Esto cambia toda la relación de Dios con el hombre. Bajo el antiguo pacto el hombre no podía hacer más que temer a Dios, pues se encontraba fallando ya que no podía guardar la Ley perfectamente; bajo el nuevo pacto el hombre se acerca a Dios como un hijo a un padre y no como un criminal ante un juez. Y sea cual fuere la forma en que veamos las cosas, tenemos que reconocer que costó la vida de Jesús hacer que esta nueva relación fuera posible.

“La sangre es la vida” dice la Ley (Deuteronomio 12:23), costó la vida de Jesús el Cristo, su sangre hizo posible esta relación de nosotros con Dios. De modo que el vino escarlata de la Cena significa o simboliza la misma vida y sangre de Cristo sin la cual el nuevo pacto, la nueva relación con Dios no hubiera sido posible.

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